Pensando...

Quizás sólo debiera
dejarme llevar...
Pero pienso en salir adelante;
no, no voy a renunciar...

Pasan los días:
más cansada cada vez,
todo se vuelve difícil
y parece que voy a perder

esa vida. Pero no;
quizás sólo debiera
dejarme llevar,
pero la lucha no cesa.

Pasarán las tardes de nubes
y las de sol;
algún día mi poema será alegre
y saldrá de mi interior

gritando sólo:
"lo logré".
                Sí, eso es:
"al fin lo logré".
Y la vida sonreirá...

A. López

Y se ha quedado el verano

Y no ha llegado el invierno,
y se ha quedado el verano
muy dentro de mí, muy dentro...

Mientras se lucha despacio
el verano se hace eterno...

Se marcha la vida toda
mientras me canta sereno
ese sol que no se agota
en un noviembre perfecto...

Mañana tal vez las nubes
entorpezcan ese cielo...

Hoy no ha llegado el invierno
ni por fuera ni por dentro,
mientras la vida se escapa
en tardes de azules casi,

casi infinitos... Calla,
que se ha quedado el verano,
mientras se lucha despacio
por la vida que se escapa.

A. López

Quiere llegar el otoño...

Cansada,
recibo estas primeras nubes...

Aún calor,
pero frío en la mañana;
dónde quedó esa manga corta
del que era un verano casi perpetuo...

Muy cansada,
veo que el tiempo se acaba,
como esa vida cuando se marcha...

Agotada,
recibo estas primeras nubes
del otoño
que quiere, sí, quiere llegar.

Quiere llegar el otoño...

A. López

Y ya no sueño que sueno

Y se apagaron mis manos
en el silencio ruidoso
de otras músicas sin tiempo...

Y ya no sueño que sueno,
que resueno en otras gentes
con mi corazón tan lleno...

El metrónomo se duerme
en un silencioso eco.

¿Me apagué yo sin remedio?

A. López

Se ha vaciado mi mochila

Y ya no quedan recuerdos...
Porque vino la vejez
y nos hemos hecho viejos...

Se ha vaciado mi mochila
de aventuras de otros tiempos,
y ya no quedan recuerdos...

La primavera soñada
y el verano que presiento
se apagarán algún día
en la luna de otro tiempo,

luz de plata de una vida
en la que me hablaba el viento,
en que el sol me sonreía,
en que nunca había silencio...

Qué vendrá después, tan lejos...

A. López

Cansada, sólo cansada

Se cierran mis ojos
tras las persianas cerradas. Marca
el reloj las ocho...

Dónde fue la juventud
en que hora de empezar
era la que hoy es fin
del día...

Quisiera abrir las persianas
de mi alma dormida...

Pero se cierran mis ojos,
pero se escapa la vida...

A. López

Sin fuerzas

No veo qué pasa...
En la tarde con nubes
de tormenta,
me quedé sin fuerzas...

Si ya pasó lo peor...

Volverá, volverán
los atardeceres
al filo de los nervios
porque la vida se va...

La primavera
me traerá ese principio de verano
triste... Y, roja e hinchada,
veré pasar los días,

cada uno casi el último...

Si ya pasó lo peor
y queda, al menos, un año más...

A. López

Y pasó la muerte...

Y pasó. Pasó a mi lado,
y la presentí lejana,
en mi piel. Y entonces
se ha marchado una mañana...

Vino, no sé que buscaba...

Será mi vida cansada,
llena de luz y de sal
de mirar al ancho mar
desde mi infancia dorada...

Será mi vida cansada
llena de luz y color
de sentir el corazón
que estreno cada jornada...

Se marchó, muy ofuscada...

A. López

Casi enfadada

Porque nadie entiende
mi cansancio...
Porque todos mandan
sobre mí...

Porque mañana será
otro día agotado
en que será pesado, muy pesado
vivir...

Porque estoy estirada
al máximo
y no sé ni cómo ni cuándo
salir...

Se romperá mi mente
despacio
y todos serán
los héroes de mi salir

de ese otro mundo
entre dos mundos...

A. López

Domingo de agosto

Porque mis ojos se cierran,
porque no pasa la tarde,
ya noche prematura en mis ojos,
yo,

porque la vida se pasa
entre versos olvidados en sueños,
sin escribirlos
en donde no duerman,

yo,
escribo en esta tarde de domingo
de agosto, un agosto cualquiera...
Porque mis ojos se cierran...

A. López

Tarde de nubecillas

Un café.
Necesito un café
en la cansada tarde...

Las nubecillas
han tapado el sol de agosto.
En mi vida,
esas nubecillas...

Un café.
Mientras cae la tarde
y suenan alegres las campanas
de alguna iglesia.

Suena la música...
Un café...

A. López

Un domingo de agosto

Es agosto en la ciudad. Gentes que se fueron
para volver con los ojos llenos de mar...

Y, en la quietud, se va a poner el sol
casi con sonido de gaviotas de antaño,
sobre los que quedamos... Mañana,
a correr por la ciudad, al trabajo

mientras otros correrán tras su ola,
en una playa que está cerca y lejos,

cerca y lejos de la ciudad en que hoy
se apaga un sol tranquilo.
                                       Atardece,
duerme el sol su sueño de mar infinito
donde el horizonte, sí,

es su destino soñado de sal
de vacaciones lejanas.

A. López